martes, 7 de julio de 2009

Mitos sobre los delfines

Arion, celebre musico у poeta de Les-bos que vivió en el siglo VII ó VI a. de C, estaba al servicio de Periandro, tirano de Corinto. Cuando viajaba de Tarento a Grecia, fue amenazado de muerte por la tripulación de la nave que le transportaba. Arión les pidió un último favor y, habiendo accedido los marineros a su petición, cogió su lira y entonó su más bella melopea.

Pronto apareció un delfín, que se puso a saltar alrededor del navio. Cuando Arión fue arrojado al mar, el animal le recogió sobre la espalda y le condujo sano y salvo hasta el cabo Matapán.

Esta antiquísima leyenda alude a la vez a la amistad de los cetáceos con el hombre y a la pasión de los delfines por la música. Esta pasión fue confirmada por Plinio en épocas pasadas y, más recientemente, por el equipo deiCalypso en el curso de nuestras travesías. En varias ocasiones, las armoniosas notas de nuestros dos guitarristas de a bordo, el doctor Millet y Louis Prézelin, atrajeron cerca de nuestro barco a bancos enteros de delfines.



La amistad entre el hombre y el delfín ha sido celebrada de mil diferentes maneras. En heráldica, el delfín simboliza la actividad marinera, la protección y la fidelidad; figura en los blasones de numerosas familias de la más rancia nobleza y en muchos de los escudos de ciudades por¬tuarias.

En Francia, el delfín dio nombre a una provincia, el Delfinado, y el título de delfín, llevado por primera vez en 1349 por el heredero de la corona, fue a continuación patrimonio de cada sucesor legítimo del monarca. En la mitología griega, el delfín estaba consagrado a varias divinidades del mar, especialmente a Poseidón y a Anfitritis.



Mitos y leyendas sobre los delfines en el mar



Se le asociaba también con Dionisos y Apolo. Fueron numerosos los mitos inspirados en él. Amenazado de muerte por la tripulación de su nave, el piloto Acates fue salvado por Dionisos, que transformó a los levantiscos marineros en bonachones delfines.

La diosa Anfitritis, hija de Tetis y de Océano, se dirigía a sus nupcias con el dios del mar, Poseidón, en una concha gigante arrastrada por dos delfines. En cuanto a Palameón, el dios de los navegantes, era representado en la apariencia de un niño montado a horcajadas sobre un delfín; más adelante, este dios fue venerado por los romanos con el nombre de Portunus. Plinio refiere otro célebre mito.



Entre Baia y Pozzuoli vivía un delfín al que el hijo de un pobre pescador de Baia proporcionaba diariamente de comer. Grande era la amistad establecida entre el niño y el animal. Cada mañana, el muchacho atravesaba el lago a horcajadas sobre el delfín para ir a la escuela en Pozzuoh, y regresaba por la tarde por el mismo medio, con lo que se ahorraba un largo camino a pie. Pero un día el niño murió. El delfín le esperó durante semanas enteras en el lugar donde habitualmente se encontraban, hasta que, desesperado, se dejó morir de pena.

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