sábado, 21 de marzo de 2009

El eter

La magia es mucho mas que encantamientos y hechizos. Es la esencia de la vida, el camino hacia la verdad de la existencia y la realidad del ser. El éter, esa sustancia indescriptible y total, nuestro objetivo espiritual, es con lo que debemos conectamos para cumplir nuestro ideal de plenitud.



Cuando los opuestos se unen y lo logran balancearse, cuando lo positivo y lo negativo se conjugan en una totalidad más abarcadura, se supera la división terrenal y la polarización. Así, surge una nueva energía, una fuerza mágica capaz de generarse a sí misma, autosuficiente, imperceptible y que sólo responde a la sensibilidad más delicada.

Esa energía flota en el ambiente, se mezcla con el aire y viaja por toda la extensión de la Tierra. La energía personal, la fuerza del pensamiento, los poderes de la mente, los viajes astrales, la meditación, el Yoga, la concentración y hasta los ejercicios espirituales son algunos de los muchos elementos mágicos de carga neutra. Acceder a ellos es muy fácil.



Estos artículos mágicos neutros se basan en las energías etéreas, es decir, aquellas que han alcanzado un punto de equilibrio y armonía total al carecer de los conflictos dinámicos del género (masculino-femenino).

El éter es un fluido intangible y totalmente imperceptible que ocupa todo el espacio libre, y es la sustancia que nos une a los hombres como habitantes de un mismo planeta. Cuando la fuerza o energía logra desprenderse de todo lo terrenal que reside en ella, alcanza este estado, altamente espiritual y místico.



El eter y la magia practica



Los artículos que poseen estas mismas características son altamente mágicos, si bien también son muy difíciles de comprender cabalmente. Suelen ser los objetos más populares para la práctica mágica, porque al no ser parciales sirven para todo el mundo y casi todo propósito.

Su aura de bondad trasciende las pasiones y los instintos (lo material), para constituirlos en elementos poderosísimos. La aspiración de los elementos mágicos etéreos no es lo tangible, sino la elevación de la conciencia y el equilibrio interno.

Es muy difícil trascender lo físico ya que los hombres llevamos una existencia en efecto material y alejada de lo Absoluto y de la armonía perfecta. No es necesario negar lo tangible e intentar llevar una vida trascendental, porque esto, primero que nada, sería imposible y, segundo, nos privaría de disfrutar de las pequeñas maravillas de la vida cotidiana. Lo importante es no dejarse cegar por el ansia de poder y la codicia, esos caminos tan tentadores y que debemos aprender a evitar.



La magia es una forma excelente de embarcarse en un viaje hacia la Totalidad sin dejar de lado la existencia terrenal. A través de los instrumentos etéreos podemos relacionarnos con lo divino, mejorar nuestra disposición energética y favorecer nuestra vida.



Los principales (y más comunes) son los ángeles, los atrapasueños, los espantafantasmas y los perfumes. Cada uno de ellos nos permite acercarnos, mágicamente, hacia la totalidad del ser.



Magia, más allá de la moda- Pero antes de aprender a utilizar los más especiales artículos de magia etérea, es imprescindible comprender la verdadera esencia de la magia, de su aplicación práctica y de su alcance en las personas. Una percepción muy extendida y muy alejada de la verdad es aquella que dicta que la gente se acerca a la magia cuando se encuentra en crisis, ante malos momentos emocionales o económicos, como si la única razón para dirigirse a los magos y brujas fuera la desesperación, la falta de racionalidad y el haber agotado todas las demás opciones posibles.

Pues bien, esto no es cierto. En palabras del especialista Yago Osta: "llevo 31 años dedicado a estos menesteres y puedo asegurar que cuando hay una profunda crisis económica, por ejemplo, las brujas y los magos también ven disminuidos sus ingresos, y que cuando las cosas van bien, muchas personas se acercan a las ciencias ocultas aunque sea sólo por probar, y no les duele pagar tal o cual tarifa para satisfacer su curiosidad". Obviamente, hay épocas y épocas.

Existen momentos en lo que la gente está mejor predispuesta para la magia, más abierta a descubrir el poder que reside en todos nosotros. Esto se da, especialmente, en las vísperas de acontecimientos globalmente importantes: por ejemplo, el fin del milenio pasado significó un período de mucho trabajo y consultas para los profesionales de la magia. Pero lo importante es destacar que estas fluctuaciones dependen más de condiciones sociales y espirituales que de factores económicos. El bienestar es el que nos lleva a indagar en la existencia y a cuestionar los principios que rigen la vida, no la crisis.


Tampoco podemos apreciar o despreciar a la magia en función de las modas y tendencias que cada tanto se imponen en nuestro mundo. La famosa "New Age" (Nueva Era), fenómeno que revitalizó el interés por lo alternativo y las ciencias ocultas, fue un período importante para la magia, pero su fin no significó, ni siquiera un poco, el fin del interés popular por esta práctica. Las modas van y vienen, y si bien determinan el caudal de gente y la popularidad de la magia, no son un elemento constitutivo de ella. Las ciencias ocultas se expanden mucho más allá de la euforia temporal de un grupo de personas.

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